miércoles, 6 de abril de 2011

No me parece que nos quedemos callados cuando alguien que está cerca nuestro se suena los mocos y mira el pañuelo para ver qué salió.

lunes, 4 de abril de 2011

Nosotros, los consumidores

Básicamente, consumimos.

Consumimos películas, series, música, libros, revistas, artículos en internet. Video clips, entrevistas, telenovelas, cumbias, rock. Consumimos todo el día. Y nos comentamos todo. Nos mandamos mails, mensajes con recomendaciones. Nos mostramos videos. Nos burlamos de uno cuando dice que le gustó una mala película y lo escuchamos tratando de convencernos de que es una gran película. No sabemos hacer críticas. No gustamos mucho de las sinopsis. Pero hablamos igual.

Además, tenemos tiempo. Somos tres que consumimos y encima tenemos tiempo libre para hablar de lo que consumimos. Y nos hacía un poco de ruido que todo lo que hablamos, de todo lo que consumimos, quedara en nuestras casillas de mails, perdido entre cientos de mails laborales, entre mails con power points de perritos graciosos y bebés sonrientes. Entonces se nos ocurrió abrirnos un blog.

Y hoy empezamos a postear.
Somos El Perro, El Juan y La Ramera.

Consumimos.
Y hablamos de lo que consumimos.

Nada mas.

viernes, 1 de abril de 2011

Cómo hago

Escena 1 - Interior - Día - Baño público de la universidad pública, sede Puán

Estoy mirándome al espejo, en el baño, porque hay algo en la musculosa que me hace ver gorda y quiero ver si puedo arreglar el inconveniente parándome derecha o alguna paparruchada por el estilo. Entra LA CHICA, camina y mira todos los baños, pero no entra a ninguno. LA CHICA se acerca a mi.

LA CHICA
¿Tenés un carilina?

UNA RAMERA
Eh... no, no tengo.

LA CHICA
¿Y cómo hago?

Cómo hago me preguntó. CÓMO HAGO. ¿Cómo hace pis? ¿Cómo se limpia? La verdad es que me agarró desprevenida, así que levanté los hombros, señal universal del qué se yo, y salí del baño. Pero mientras salía me di cuenta, tendría que haberle dicho "SACUDILA, BOLUDA", porque por mas fuerte que suene, creo que era lo que merecía.

martes, 8 de febrero de 2011

El morochazo

El morochazo sentado al lado mio en el colectivo me miraba. Yo estaba con la cabeza hacia adelante pero de reojo podía ver la suya girando hacia mi. El morochazo ni se gastaba en disimular: me miraba y me miraba y me volvía a mirar. Y mientras mas me miraba, mas me ponía nerviosa. ¿Qué quería? ¿Me conocía? ¿Yo le gustaba? ¿Tenía algo? ¿Estaba perdido y quería preguntarme dónde bajarse y no se animaba? ¿Era alguien famoso y estaba esperando que yo lo reconociera y le rogara un autógrafo? ¿Quería robarme?

No entendía nada. El viaje era medianamente largo y el morochazo seguía mirándome y no había ningún asiento libre donde cambiarme y ni en pedo vuelvo del trabajo parada en el colectivo porque me deprime y porque como soy petisa, si voy parada quedo muy cerca de las axilas transpiradas de la gente que levanta los brazos y que ahora, en esta época tan veraniega, en este día tan húmedo, están peor que nunca.

Tan nerviosa me puse, tanta intriga me causó querer saber por qué me miraba, que me empezaron a transpirar las manos y cerca de mi parada supe que no podía irme de ahí sin saber qué le pasaba al morochazo. Entonces le pregunté.

M: Qué. (fui escueta, ya lo sé, pero también quería hacerme la interesante porque secretamente esperaba que me dijera que era linda, que tenía buenas tetas, ojos lindos o un pelo de publicidad)

El morochazo: Que tenés un bigote.

M: Cómo. (así, como una afirmación cobarde y apichonada)

El morochazo (señalando su bigote con el dedo índice): Que... (pausa trágica) que tenés un... (pausa espantosa) bigote.

Y me bajé. Y corrí a mi casa. Y el morochazo tenía razón.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Finalista

La cosa es que quedé como una de las finalistas del concurso "El blog femenino del año" que organiza la revista Victoria Rolanda, junto a grossas y copadas como Elen y Pau. Quedé con "También soy minita", el alterego de una Ramera, querido y odiado en proporciones similares.

Si te copa, podés pasar a votarme por acá, queda tiempo hasta la semana que viene.

¡Gracias!

martes, 30 de noviembre de 2010

Merecido

Yo siempre tengo un compañero de facultad que odio. En cualquier carrera, en cualquier facultad, en cualquier materia, siempre tengo alguno que miro y pienso mil maneras de darle su merecido. En general, el alumno no es elegido al azar: es el olfa. Detesto, y le pongo muchísima garra al hacerlo, al alumno que quiere caer bien, que quiere caer simpático, que piensa que sirve de algo festejarle absolutamente todos los chistes al profesor de turno, que quiere sacar conclusiones y siempre tiene la manito preparada para ser levantada. Lo odio. Me saca de las casillas. Me dan ganas de revolearle una silla al grito de "callate OREJA, nadie quiere saber qué textito de mierda leíste el fin de semana porque no tiene nada que ver con lo que estamos hablando y dejá de hacerte el inteligente". Estoy segura (o al menos en mis fantasías siempre sucede de esa manera), que si hiciera algo similar, mis compañeros, que por supuesto comparten mi odio, levantarían también sus sillas y sus bancos y correríamos al olfa que habla porque no tiene nada mas importante que hacer.

Este cuatrimestre, tengo una compañera odiada. Tiene voz chillona y anda con unos bolsos gigantes colmados de apuntes, siempre llega tarde y entra taconeando. Para acomodarse en el banco lo arrastra para un lado, lo arrastra para el otro, elije otro, duda, vuelve al anterior, y finalmente se sienta. Y cuando se sienta, viene lo peor. Se ríe de todos los comentarios de la profesora, pensando que absolutamente todo lo que dice es un chiste (hoy, sin ir mas lejor, la profesora dijo "firmen el papelito como si fuera un autógrafo" y la olfa largó una carcajada monumental no sé bien a cuento de qué). Una de las primeras clases tuvimos que hacer un trabajo grupal en clase y me tocó hacerlo con ella: se comparó con Rosa de Luxemburgo. ¡Andá a lavarte la bombacha, querida". Su tonito medio impostado, medio irritante y un poquito sobrepasado de agudos me arruina las clases. Hace un mes tuvimos un parcial, y en medio del parcial sonó un celular. No sonó mas de un segundo. Y está mal, yo sé que está mal tener el celular prendido en medio de un parcial, pero la mamotreta ésta, que se cree que está arriba de todos nosotros, que piensa que con su bolsa de apuntes intimida a alguien, miró al del celular, negó con la cabeza, giró hacia la profesora y, bien fuertecito, para que todos supiéramos que con ella no se jode, le dijo: "YO NO LO PUEDO CREER". La profesora ni le contestó.

Hace algunas semanas dieron las notas del parcial. Éramos pocos, y ella fue una de las últimas en recibir su nota. Se sacó un dos. Mis fantasías del levantamiento armado, mis ganas de darle su merecido, se vieron mas que satisfechas.

martes, 23 de noviembre de 2010

Estás mejor de lo que pensaba

A veces pareciera que los hombres y mujeres hablamos en lenguajes completamente diferentes y es por ese motivo, solo ese y ningun otro, que nos entendemos para el carajo.

Habían cenado una pizza comprada por ella. Habían visto una película elegida por él. La pizza, napolitana. La película, de acción. Ella había tomado unos vasos de cerveza, él "yo paso, la cerveza me cae mal", había tomado dos o tres vasos de bebida cola (decir "bebida cola" suena muy al testimonio que da cualquier policía cuando aparece en televisión: el femenino, el masculino, el hurto, el imputado, . Y mi preferido: natalia natalia.)

Luego de la pizza, la película, la bebida cola y las cervezas, empezó el ¿cachondeo? ¿franeleo? (al parecer hoy está de moda, de nuevo, como cuando mi madre era adolescente: chapar, pero ¿existe chapeo?). Franeleo va, chapeada viene, vuelan remeras y pollera y bombacha y boxer. Y ya. Fin. Nada. Después del boxer volando, nada. No hubo manera. Nada. Fin. ¿El bello durmiente? ¿La muerte peluda?

Tirados en la cama, desnudos, rendidos, uno al lado del otro, miraron en silencio cómo giraba el ventilador de techo, con su ritmo parejo y sonido monocorde. Y él, incorporándose, tranquilo, como si la cita estuviera funcionando a la perfección, sin un mínimo amague por darle una mano a ella que, vencida, pensaba dónde meterse tanta calentura, le dijo: "Estás mejor de lo que pensaba".
Negrita
Y a ella le retumbó la frase adentro de la cabeza una, dos, cien veces: "Estás mejor de lo que pensaba, estás mejor de lo que pensaba, estás mejor de lo que pensaba", también se incorporó, y con el último hilo de voz antes de quebrarse, le sugirió: "Te llamo un taxi, ¿dale?".

Hablamos lenguajes diferentes. Los hombres dicen "estás mejor de lo que pensaba" y lo dicen convencidos, sonrientes, alegres, como si fuera un piropo. Las mujeres, en cambio, escuchamos "no daba ni dos mangos por vos, y mirate, zafás", y lo escuchamos clarito, y nos rebota en la cabeza, y cuando el susodicho se va nos deprimimos, y nos miramos al espejo y nos vemos horribles, y al día siguiente nos aparecemos en jogging y rodete en la casa de una amiga, con un lemon pie en una mano y un balde de helado en la otra, porque perdido por perdido...